viernes, 14 de octubre de 2011

LEYENDA DE PONFERRADA

LA VIRGEN DE LA ENCINA
Estos hechos tuvieron lugar hacia 1178, época en la que los caballeros templarios estaban construyendo su castillo, que habría de dominar el vasto territorio que le había sido donado por el rey Fernando II de León, en agradecimiento por la valerosa ayuda que prestaron los freires al monarca durante la conquista de Extremadura.
Mientras los canteros tallaban las piedras en la cantera cercana, los taladores cortaban árboles en los bosques que subían a las cumbres del Aquitania, para afianzar las estructuras.
Un día, al caballero templario encargado de dirigir la tala de los bosques para las vigas del castillo, le sorprendió la aparición de unas luces sobrenaturales que parecían querer guiarlo hacia un determinado lugar del bosque. El caballero siguió la dirección de las luces y encontró una vigorosa encina que resplandecía.
Al aproximarse, descubrió que tenía la corteza horadada y que en el hueco había escondida una pequeña imagen de Nuestra Señora. El maestre, el comendador y los demás caballeros decidieron conservar la imagen en secreto hasta que le hubieran construido un santuario en las inmediaciones del castillo.
Parece ser que aquella figura había sido labrada por San Lucas en persona y traída de Jerusalén por Santo Toribio de Liébana.
La virgen de la encina se convirtió muy pronto en la patrona de toda la comarca del Bierzo por los milagros que se atribuyen.

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