EL MILAGRO GRIÁLICO DEL CEBREIRO
La iglesia del Cebreiro, resto de un antiguo monasterio, apenas destaca su silueta entre las pallozas que conforman los alrededores. Al peregrino le costaba llegar hasta allí, en lo más alto de puerto de Piedrafita.
La leyenda cuenta que una mañana fría de invierno, cuando estaba nevando y no había ningún vecino en la calle, un monje que acudía todos los días desde el cercano monasterio a la iglesia para celebrar Misa empezó a preguntarse qué hacía allí todos los días solo cuando nadie iba a la misa excepto los domingos y fiestas de guardar. Empezó a renegar porque sentía que perdía el tiempo y por tanto no estaba motivado para su labor.
Esa mañana al entrar en la iglesia vio que había un peregrino que acababa de llegar muerto de frío por la copiosa nevada caída durante la noche y estaba esperando que empezase la misa. El monje empezó a preguntarse qué es lo que esperaría ese pobre hombre muerto de frío de él y de su peregrinación. ¿Acaso creía ese hombre que porque el consagrase un trozo de pan y un poco de vino, estos se iban a transmutar en carne y sangre de Jesús, cuando ese milagro nunca se había visto realmente?.
Mientras tenía aquellos pensamientos y pronunciaba las palabras rituales de la consagración, sintió que algo tomaba calor entre sus manos. Y al abrir los ojos para mirarlo se dio cuenta que entre sus manos el pan se había convertido en carne y el vino en sangre.
Aún hoy en día puede observarse en la iglesia de Cebreiro el cáliz y la patena que tenían el pan y la sangre de aquella transmutación.
Incluso se cuenta que la reina Isabel la Católica quiso llevarse estas reliquias consigo pero que la mula que las transportaba se negó a moverse y no hubo forma humana de hacerla andar por lo que las reliquias siguen en Cebreiro.
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